Ni quejarse es bueno. Por un lado, lo sabía; por otro, lo esperaba.
Y es que siempre me quejé de __________, bajo el argumento de que me mentía.
Y yo, siempre en mi papel de investigador privado y deductor profesional, le argumentaba tan exquisitamente que YO tenía la razón sobre cuando me engañaba, que la dejaba sin historias... y sin ganas de contradecirme.
Me acusó de no ser intuitivo.
Le respodí que, según Shakira, las mujeres son las de la intuición, y además no podía contradecirme sobre un post pasado en donde aseguré que las mujeres tienen un sexto sentido.
Y junto con mi argumento de Shakira, le aseguré que me dedico, en ratos libres, a malpensar de las personas y a descubrir (es lo que creo) sus mentiras, al menos las de _____________.
El caso ahora es que mi frustración es mucho mayor que mi enojo. Y mi enojo mucho mayor que mis ganas. Y mis ganas, mucho mayores que mi razón; y mi razón, mucho menor que mi "amor".
Regreso.
Y le dije ya a varias personas: es que, si siempre estuve seguro de sus mentiras, siempre se las señalé oportunamente, las etiqueté, mostré, exhibí, demostré y persuadí, si siempre me justifiqué teniendo la razón... ¿por que me quejo, si al tener yo la razón me hice cómplice de sus pendejadas al permitírselas?
Y ahora encuentro el porqué:
-Porque la quiero.
-Porque me choca.
-Porque me punza.
-Porque lo quiero.
-Porque me miente.
-Porque no puedo.
-Porque no quiere.
-Porque no puede.
-Porque no le pude dar un orgasmo.
-Porque se va.
-Porque se aleja.
-Porque se acera.
-Porque se me antoja.
-Porque otro sí se lo pudo dar.
-Porque yo no puedo.
-Porque lo extraña.
-Porque me enoja.
-Porque la tengo.
-A medias.
-A veces.
-Cuando hay suerte.
-Cuando él no le llama.