El liderazgo como forma de vida
Como parte de una nueva cultura laboral que ya predomina en países desarrollados, actualmente en México se nos está invitando con insistencia a formar parte de una innovadora forma de trabajar, dejando a un lado el desarrollo laboral maquilador, apático y deslucido para adentrarnos en un nuevo modelo que invita al razonamiento de las cosas, a su entendimiento para su conceptualización y realización a conciencia.
A lo largo de los años, y por muchas razones a veces ajenas a él, el mexicano se ha visto imbuido de un espíritu apático para realizar las cosas, luego entonces con el paso del tiempo, el desarrollo global y los medios de comunicación es que nos pone en un rezago con respecto a otros países ya no de primer mundo, sino que, en igualdad geográfica y muchas veces en desventaja económica, demuestran una franca mejoría y adelantos que nosotros no, pero, ¿a qué debemos este atraso?, ¿cómo explicar el poco valor de nuestra fuerza laboral?
Antes que nada, hay que especificar un asunto muy importante, a nivel mundial, la mano de obra mexicana siempre se ha caracterizado por ser una de las mejores y a la vez de las más baratas…empresarialmente hablando; esto, lejos de representarnos una ventaja como país o apresurarnos a llenarnos el pecho de un orgullo nacionalista, nos debe de poner a pensar en los “porqués”; realmente ¿por qué es barata la fuerza laboral mexicana en países desarrollados? La respuesta es simple: el mexicano es maquetador, maquila, no trabaja a conciencia y, como diría Vicente Fox, “hace el trabajo que ni los negros quieren hacer”… es natural entonces que a falta de talento intelectual tengamos que ofertarnos en los mercados laborales como burros de carga, como maquinas maquiladoras o como artesanos. Es bien sabido que aquí y en cualquier parte del mundo el trabajo intelectual es siempre el mejor pagado…y el más escaso.
Es entonces que entra al juego del círculo vicioso una palabra clave: liderazgo. El liderazgo empresarial, que es el tema que nos ocupa, va más allá de la toma de decisiones, ya que abarca un aspecto tan fundamental y olvidado muchas veces como es el desarrollar cierta capacidad emocional; Por lo general se acepta que el manejo de las emociones es el resultado de las experiencias individuales, lo que implica el ensayo y error que a veces conlleva a un enorme desgaste personal.
Lo anterior nos lleva a la consideración del concepto de inteligencia emocional, útil para explicar y enfrentar las exigencias de la vida cotidiana.
Estudios realizados por Peter Alovey y John Mayer en 1990 permiten identificar los componentes del coeficiente emocional: autoconfianza, autocontrol, persistencia, empatía y dominio de las relaciones. Los tres primeros indicadores, se refieren a la gestión de uno mismo y se relacionan con la motivación al logro; las dos últimas son competencias relativas a la afiliación y el poder social, siendo las más difíciles de desarrollar. La autoconciencia consiste en conocer las propias emociones. El autocontrol es la capacidad de cambiar o frenar emociones. La persistencia es la capacidad de estimularse ante situaciones adversas. Empatía es la capacidad de conocer a otras personas, intuir la condición emocional de los demás. Finalmente, dominio de las relaciones es la capacidad de ser oportuno ante diversas situaciones.
Aclarando un poco el punto, cabe mencionar que la inteligencia emocional no pretende ahogar las emociones sino equilibrarlas y con esto permitirnos un mejor control en la toma de decisiones, lo que se traduce en menos riesgos al ser menos viscerales y más racionales.
De esto se trata nuestro desarrollo personal aplicable a la nueva cultura laboral; en algún momento, clavando un eslabón dentro de esta cadena viciosa debe comenzar a aplicarse el desarrollo de la inteligencia emocional. Desafortunadamente, la educación pública en nuestro país no enseña a pensar, enseña matemáticas, español y biología como un método de cumplimiento y nada más. No da las herramientas para el libre albedrío, para la duda razonable, para el cuestionamiento.
Así que, partiendo de este punto es que debemos enfocarnos a las nuevas generaciones, que son las que tienen la voz a futuro partiendo de un presente inmediato. Sin presiones, con inteligencia, con liderazgo…que los frutos, aunque lentos, nos sabrán muy dulce.